EL TERCER OJO

viernes, 13 de mayo de 2011

Notas encontradas en el cuaderno de un loco.


Cansado y pensativo

Ya es de noche y mi máquina de escribir se niega a proseguir. Mi mente también. Una habitación reducida, gris, y el humo de los cigarrillos que fumé generaron un microclima donde las ideas no florecen.
Con las manos me tomo los codos, los apoyo en el escritorio y dejo caer mi frente sobre los antebrazos. La ropa me molesta, siento que la camisa no está hecha para mí y me enoja. No puedo ver más allá de mis ojos. Por la ventana entra la luz de la luna; una luz que no existe y me hace dudar si realmente es de noche o sólo es mi imaginación.
Siento pesar, dolor. Es un dolor que remite directamente a mi estado de agobio y frustración. Abro los ojos. La fórmica del escritorio no tiene nada para ofrecer y me empujar a cerrar los ojos nuevamente. Pienso en un mañana que ya es hoy, en volver a trabajar.
Son las cuatro de la madrugada y me pierdo reflexionando a partir de qué hora debiera decir “son las… de la mañana”. Las seis me parecen bien.
Me siento desagraciado pero me siento. Ahora que lo pienso mejor, debe haber muchos como yo. Muchos que se sienten mal, y para peor, se sienten. Los veo como una multitud, les borro la cara.
Somos los mismos. Somos lo mismo.
Me despierto y no consigo recordar que soñé o si al menos lo hice. Son las cuatro y diez.
La postal de los muchos que son como yo vuelve. Todos marchamos hacia algún lugar sin vernos, sin sabernos. Nos sentimos mal pero nos sentimos. No nos vemos: nos sentimos. Iguales, solos pero juntos.
Vuelvo a mí.
Son las seis de la madrugada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario